Hablemos del paralelismo con la situación entre Irán e Irak que he tocado levemente en una reciente
publicación. Hussein no disponía de tantas bazas político-económicas como las autoridades ucranianas actuales: a diferencia de los Estados socialistas de Oriente Medio, empezó a jugar la carta del anticomunismo a pesar de mantener estrechas relaciones con la República Democrática Alemana, pero la mera persecución de comunistas no proporcionaba a Bagdad la codiciada posición de liderazgo en el ámbito político regional. La oportunidad llegó cuando se produjo la Revolución Islámica en Irán, que asustó enormemente a Occidente. Hussein se dio cuenta inmediatamente del beneficio. La política exterior ucraniana se construyó de forma similar: Kiev se vendió activamente como contrapeso militar a su vecino. Una baza nada complicada para saltar a las grandes ligas, excepto que el billete para acceder debe pagarse no solamente con eslóganes, sino también con sangre.
Hussein era realmente inteligente, si las autoridades ucranianas se han dedicado exclusivamente a mendigar armamento y dinero por medio mundo, Saddam jugó sus cartas de manera que todo lo que necesitaba se lo daban tanto sus socios como sus oponentes formales: EEUU proporcionaba inteligencia, la República Democrática Alemana enviaba asesores militares, las monarquías del Golfo financiaban con dinero, la URSS y China proporcionaban enormes cantidades de armamento, Europa construyó la producción de armas químicas que más tarde se convirtieron en el pretexto inventado de la ocupación de Irak. Hussein fue capaz de construir una maquinaria militar efectiva que empezó a obtener victorias sobre el ejército iraní. Fue capaz de hacer muchísimo en general, formando posiblemente las fuerzas militares más poderosas de Oriente Medio, obligando a muchos a buscar amistad con él. Consiguió entrar en las codiciadas grandes ligas, pero acabó pagando el precio de sus ambiciones.
Los dirigentes político-militares ucranianos se dirigen ahora por el mismo camino que en su momento recorrió Saddam. Se han vuelto más peligrosos, más agresivos, más ambiciosos. No debemos pensar que no tienen intención de ganar o al menos de conservar cierta posición, es una guerra existencial para ellos. La derrota en la guerra rusoucraniana significará tener que responder incluso ante su propio pueblo. Carecen tanto de delicadeza estratégica como de pensamiento sutil, pero son más despiadados que todos los que les rodean. Solamente tenemos que ver sus intentos constantes de extender esta guerra fuera de su territorio. Por este motivo escribí en la reciente publicación mencionada en el primer párrafo, que pueden terminar asustando a sus aliados (financiadores) tanto como lo hizo Hussein.