Naufragos
Cuando quise acordar estaba viviendo en las calles, el barco de una vida llena de ausencias por un lado y excesos por el otro se hundió. Lo primero que hice fue buscar un refugio y lo que encontré para calentarme un poco fue el alcohol, el me daba por momentos la sensación de estar en altamar, pero en realidad estaba perdido naufragando en una isla desierta de amor, pero llena de gente.
Encontré un lugar físico debajo de las escaleras del túnel de la ciudad de Caseros y en el depósito de autos abandonados que estaba detrás de la perrera municipal.
Así pasó el tiempo, y en todos esos años me di cuenta varias cosas: Que uno podía ser invisible, que la gente podía pasar al lado tuyo sin mirarte, sin tocarte, sin percibirte. También me di cuenta que la basura también es comida, sólo que alguna que otra venía “saborizada" con la yerba del mate.
Hay como una especie de vidrio que separa un mundo del otro; de un lado están los náufragos y del otro está la gente que usa celulares.
Del lado de los invisibles siempre hace frío, algunos tienen la suerte de tomar alcohol para calentarse, como yo, y los más afortunados encuentran alguna pequeña "ranchada" que simula a grandes rasgos lo que sería un hogar; sólo que sin luz, ni agua, ni baño, pero con lo más importante que es hablar con otro y sentirlo cerca.
En estos dias invernales donde abundan las bajas temperaturas, la sociedad, los del otro lado, tienen frío y se preocupan por nosotros, lo que no saben es que hay un frío que no podrán abrigar sólo con frazadas y camperas, hay una realidad que no podrán evitar sólo con unos días de buena voluntad; el frio invierno llegó a muchos corazones hace tiempo y sólo el abrigo de un alma cercana podrá aliviar tanto dolor.
Acercate, no tengas miedo y míralos a los ojos y verás su historia, en sus miradas verás la tuya también, y te darás cuenta que no sos tan diferente
Acércate cualquier día del año y como dijo Jesús: Corre la piedra de la indiferencia, quizás así puedan escuchar la voz del maestro a través de tu vida invitándolos nuevamente, al viaje de vuelta a la vida
Carlos Cabrera
Cuando quise acordar estaba viviendo en las calles, el barco de una vida llena de ausencias por un lado y excesos por el otro se hundió. Lo primero que hice fue buscar un refugio y lo que encontré para calentarme un poco fue el alcohol, el me daba por momentos la sensación de estar en altamar, pero en realidad estaba perdido naufragando en una isla desierta de amor, pero llena de gente.
Encontré un lugar físico debajo de las escaleras del túnel de la ciudad de Caseros y en el depósito de autos abandonados que estaba detrás de la perrera municipal.
Así pasó el tiempo, y en todos esos años me di cuenta varias cosas: Que uno podía ser invisible, que la gente podía pasar al lado tuyo sin mirarte, sin tocarte, sin percibirte. También me di cuenta que la basura también es comida, sólo que alguna que otra venía “saborizada" con la yerba del mate.
Hay como una especie de vidrio que separa un mundo del otro; de un lado están los náufragos y del otro está la gente que usa celulares.
Del lado de los invisibles siempre hace frío, algunos tienen la suerte de tomar alcohol para calentarse, como yo, y los más afortunados encuentran alguna pequeña "ranchada" que simula a grandes rasgos lo que sería un hogar; sólo que sin luz, ni agua, ni baño, pero con lo más importante que es hablar con otro y sentirlo cerca.
En estos dias invernales donde abundan las bajas temperaturas, la sociedad, los del otro lado, tienen frío y se preocupan por nosotros, lo que no saben es que hay un frío que no podrán abrigar sólo con frazadas y camperas, hay una realidad que no podrán evitar sólo con unos días de buena voluntad; el frio invierno llegó a muchos corazones hace tiempo y sólo el abrigo de un alma cercana podrá aliviar tanto dolor.
Acercate, no tengas miedo y míralos a los ojos y verás su historia, en sus miradas verás la tuya también, y te darás cuenta que no sos tan diferente
Acércate cualquier día del año y como dijo Jesús: Corre la piedra de la indiferencia, quizás así puedan escuchar la voz del maestro a través de tu vida invitándolos nuevamente, al viaje de vuelta a la vida
Carlos Cabrera