¿ES LA VIDA ACTIVA MÁS MERITORIA QUE LA CONTEMPLATIVA?
Respuesta
NO
Fundamento teológico
SANTO TOMÁS DE AQUINO
Suma Teológica
Parte IIa-IIae
Cuestión 182
Artículo 2
Objeciones por las que parece que la vida activa es más meritoria que la contemplativa:
1ª. El mérito está relacionado con la recompensa, y ésta se da por el trabajo, según lo que se dice en I Cor., 3, 8: Cada uno recibirá la recompensa según su trabajo. Pero el trabajo es propio de la vida activa, mientras que el descanso lo es de la contemplativa, ya que dice San Gregorio: Todo el que se convierte a Dios debe, ante todo, trabajar, es decir, recibir a Lía, para que luego pueda descansar en los brazos de Raquel y contemplar el principio. Luego la vida activa es más meritoria que la contemplativa.
2ª. La vida contemplativa es un comienzo de la felicidad futura. Por eso, al comentar el pasaje de Jn., 21, 22: si quiero que permanezca hasta que yo venga, dice San Agustín: Puede decirse: sígame la obra perfecta, informada por el ejemplo de mi pasión; pero permanezca la contemplación incoada hasta mi venida, y será perfeccionada cuando yo venga. Y San Gregorio dice que la vida contemplativa se inicia aquí para ser perfeccionada en la patria celestial. Ahora bien, en la vida futura no habrá estado de merecer, sino de recibir por los méritos. Luego parece que la vida contemplativa es menos meritoria que la activa, aunque su premio sea mayor.
3ª. San Gregorio dice que ningún sacrificio es más aceptable para Dios que el celo por las almas. Pero ese celo hace que uno se dé a la vida activa. Luego parece que la vida contemplativa no es más meritoria que la activa.
Contra esto está el testimonio de San Gregorio, quien dice: Son mayores los méritos de la vida activa, pero son mejores los de la contemplativa.
Respondo que la raíz de todo merecimiento es la caridad.
Dado que la caridad consiste en el amor a Dios y al prójimo, es más meritorio amar a Dios en sí mismo que amar al prójimo.
Por ello, lo que dice relación directa con el amor a Dios es más meritorio en sí mismo que aquello que pertenece directamente al amor del prójimo por Dios.
Ahora bien, la vida contemplativa está directamente relacionada con el amor a Dios, pues dice San Agustín que el gozo santo, es decir, el de la vida contemplativa, es algo buscado por amor a la verdad, es decir, divina, a la cual se dedica sobre todo la vida contemplativa.
En cambio, la vida activa se dedica más directamente al amor al prójimo, porque se afana en los muchos cuidados del servicio, como se dice en Lc., 10, 40.
Por eso, en sí misma, la vida contemplativa es más meritoria que la activa. Y esto es lo que dice San Gregorio: La contemplativa es más meritoria que la activa, porque ésta se consagra a las obras presentes, es decir, a socorrer las necesidades del prójimo, mientras que aquélla gusta ya en el descanso venidero, es decir, en la contemplación de Dios.
Puede suceder, no obstante, que uno merezca en las obras de la vida activa más que otro en las de la vida contemplativa, si, por ejemplo, debido a la abundancia de su amor a Dios, para que su voluntad se llene de la gloria divina, abandona durante algún tiempo las dulzuras de la contemplación. Es lo que el Apóstol dice en Rom., 9, 3: Yo desearía ser anatema de Cristo por mis hermanos.
Al exponer esto San Juan Crisóstomo, dice: El amor de Cristo había empapado su alma de tal modo que incluso lo que era más apetecible de todo, el estar con Cristo, lo despreciaba con tal de agradar a Cristo.
Respuesta a las objeciones:
1ª. El trabajo externo contribuye al aumento del premio accidental. Pero el aumento del mérito respecto del premio esencial consiste principalmente en la caridad. De ésta es un signo el trabajo exterior realizado por Cristo, pero es un signo más elocuente el que uno, abandonando todo lo relativo a esta vida, se complazca en dedicarse sólo a la contemplación divina.