EL SACRIFICADO
Escrito por abogada venezolana Yasmin Nuñez exclusivamente para canal La Jirafa
Primera parte
¿Qué importancia tendrá el senador Marco Rubio como Secretario de Estado en este segundo mandato de Donald Trump? Simplemente ninguna, será un refinado jarrón chino con los exóticos colores de la cultura cubana. Basta mencionar el reciente despido mediático que le dedicó Javier Milei a su ahora ex Canciller, Diana Mondino, para entender lo irrelevante que puede llegar a ser el cargo de Secretario de Estado en un país de corte tan presidencialista, como lo es los Estados Unidos de Norteamérica. Quienes creen que el senador Marco Rubio será una figura influyente en el nuevo mandato de Donald Trump, tendrían que detenerse en revisar la hoja de vida de alguno de los nombramientos que ha anunciado el propio Trump, como por ejemplo, el de Tulsi Gabbard como Directora de Inteligencia Nacional o el de Make Waltz como Asesor de Seguridad Nacional, para entender que el nombramiento de Marco Rubio, no es sino una estratégica jugada de un Presidente, implacable como jefe, como lo demostró en su mediático programa “The Apprentice”.
Para nadie es un secreto el manejo millonario de los influyentes lobbies que se gestan en las instancias gubernamentales. En el Senado de los Estados Unidos, son muchos los intereses y muchos los millones que se mueven a través de estas intermediaciones de favores entre particulares y legisladores. Este es el ambiente de trabajo que deja el senador Marco Rubio para incorporarse en su nuevo cargo en el gabinete del presidente Trump.
Como Secretario de Estado, Marco Rubio no tendrá ese amplio margen de influencia que le otorga una silla en el Senado de los Estados Unidos. Aquí será un simple emisario, un “ve y dile”, un “lleva y trae”, un mensajero con elegancia, un ejecutor de los designios inmodificables de su todopoderoso jefe. No tendrá esa libertad de manejar su propio criterio, como seguramente sí la tendrán figuras como Tulsi Gabbard, Robert Kennedy Jr, o un Elon Musk elevado a la categoría de “familia” de Donald Trump.
¿Pero, cuál es la estrategia de Trump y qué gana al tener a Marco Rubio sentado en el burocrático cargo de Secretario de Estado? En primer lugar, limita sus movimientos y su rango de influencia, y, en segundo lugar, tiene la posibilidad de acomodar a su nuera, Lara Trump, en una cómoda butaca del Senado, a costa del sacrificio del propio Rubio. Es un “ganar-ganar” para Trump, y es un “perder-perder” para el flamante nuevo Secretario de Estado.
¿Qué podrá hacer Marco Rubio, desde su nueva posición en aras de restablecer la democracia perdida en algunos países con regímenes autocráticos en nuestro hemisferio? Nada, él solo ejecutará las órdenes y los designios de Donald Trump.
Quienes en el pasado obtuvieron algún beneficio a través de lobbies en los pasillos y oficinas del Senado de los Estados Unidos, no le recomendaría que se entusiasmaran mucho. La fiesta de los lobbies en la cálida Florida ya no estará bajo la cobija del ahora Secretario de Estado, quien perderá esa función, una vez comience a calentar la silla como Canciller del hombre que no perdona una falla, mucho menos una traición.
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Escrito por abogada venezolana Yasmin Nuñez exclusivamente para canal La Jirafa
Primera parte
¿Qué importancia tendrá el senador Marco Rubio como Secretario de Estado en este segundo mandato de Donald Trump? Simplemente ninguna, será un refinado jarrón chino con los exóticos colores de la cultura cubana. Basta mencionar el reciente despido mediático que le dedicó Javier Milei a su ahora ex Canciller, Diana Mondino, para entender lo irrelevante que puede llegar a ser el cargo de Secretario de Estado en un país de corte tan presidencialista, como lo es los Estados Unidos de Norteamérica. Quienes creen que el senador Marco Rubio será una figura influyente en el nuevo mandato de Donald Trump, tendrían que detenerse en revisar la hoja de vida de alguno de los nombramientos que ha anunciado el propio Trump, como por ejemplo, el de Tulsi Gabbard como Directora de Inteligencia Nacional o el de Make Waltz como Asesor de Seguridad Nacional, para entender que el nombramiento de Marco Rubio, no es sino una estratégica jugada de un Presidente, implacable como jefe, como lo demostró en su mediático programa “The Apprentice”.
Para nadie es un secreto el manejo millonario de los influyentes lobbies que se gestan en las instancias gubernamentales. En el Senado de los Estados Unidos, son muchos los intereses y muchos los millones que se mueven a través de estas intermediaciones de favores entre particulares y legisladores. Este es el ambiente de trabajo que deja el senador Marco Rubio para incorporarse en su nuevo cargo en el gabinete del presidente Trump.
Como Secretario de Estado, Marco Rubio no tendrá ese amplio margen de influencia que le otorga una silla en el Senado de los Estados Unidos. Aquí será un simple emisario, un “ve y dile”, un “lleva y trae”, un mensajero con elegancia, un ejecutor de los designios inmodificables de su todopoderoso jefe. No tendrá esa libertad de manejar su propio criterio, como seguramente sí la tendrán figuras como Tulsi Gabbard, Robert Kennedy Jr, o un Elon Musk elevado a la categoría de “familia” de Donald Trump.
¿Pero, cuál es la estrategia de Trump y qué gana al tener a Marco Rubio sentado en el burocrático cargo de Secretario de Estado? En primer lugar, limita sus movimientos y su rango de influencia, y, en segundo lugar, tiene la posibilidad de acomodar a su nuera, Lara Trump, en una cómoda butaca del Senado, a costa del sacrificio del propio Rubio. Es un “ganar-ganar” para Trump, y es un “perder-perder” para el flamante nuevo Secretario de Estado.
¿Qué podrá hacer Marco Rubio, desde su nueva posición en aras de restablecer la democracia perdida en algunos países con regímenes autocráticos en nuestro hemisferio? Nada, él solo ejecutará las órdenes y los designios de Donald Trump.
Quienes en el pasado obtuvieron algún beneficio a través de lobbies en los pasillos y oficinas del Senado de los Estados Unidos, no le recomendaría que se entusiasmaran mucho. La fiesta de los lobbies en la cálida Florida ya no estará bajo la cobija del ahora Secretario de Estado, quien perderá esa función, una vez comience a calentar la silla como Canciller del hombre que no perdona una falla, mucho menos una traición.
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