Soberanía Popular en la muerte del Justo por excelencia
"La soberanía política es un reflejo y una delegación de la soberanía de Dios. La soberanía popular es una cosa satánica. Y si yo no tengo el valor de decirlo, y tengo la autoridad espiritual, yo estoy faltando a la verdad, estoy faltando a Cristo, al testimonio. La soberanía no puede salir del número, porque la cantidad jamás ha engendrado calidad, y una sola persona puede tener razón contra mil que están en el error. Sócrates fue condenado por un tribunal de seiscientos ciudadanos. En aquel tiempo, una ciudad que podía tener tres mil o cuatro mil ciudadanos, era un verdadero tribunal popular el que lo juzgó. Y a él, que vivía dedicando su vida, primero dio su sangre en defensa de su patria, de su ciudad, de Atenas, porque fue un soldado ejemplar, el primero en el ataque y el último en la retirada. Se hizo célebre por su fortaleza, su coraje y su paciencia, sobre todo en la batalla de Potisdea. Ese mismo hombre, ya en la paz, viendo a su ciudad decadente, y en un proceso de degradación democrática y plebeya, se puso entero a ilustrar a sus ciudadanos, a llamarlos al encuentro con la verdad y con la realidad. A enseñarles el sentido de la vida del hombre como servicio a la verdad. Por esa causa fue acusado y llevado ante los tribunales, y finalmente condenado a morir. Fue prácticamente un plebiscito democrático el que lo condenó. Pero después iba a venir un condenado más ilustre que él, que es Nuestro Señor Jesucristo. Un plebiscito democrático, lo llevó a la crucifixión. Es un hecho real; el número no engendra la calidad, ni la distinción ni la verdad. Además cuando el hombre es un número, es uno de muchos, no es nada ni nadie". (Jordán B. Genta - julio de 1973).
Por: via Tacuara Revisited & Uncensored
"La soberanía política es un reflejo y una delegación de la soberanía de Dios. La soberanía popular es una cosa satánica. Y si yo no tengo el valor de decirlo, y tengo la autoridad espiritual, yo estoy faltando a la verdad, estoy faltando a Cristo, al testimonio. La soberanía no puede salir del número, porque la cantidad jamás ha engendrado calidad, y una sola persona puede tener razón contra mil que están en el error. Sócrates fue condenado por un tribunal de seiscientos ciudadanos. En aquel tiempo, una ciudad que podía tener tres mil o cuatro mil ciudadanos, era un verdadero tribunal popular el que lo juzgó. Y a él, que vivía dedicando su vida, primero dio su sangre en defensa de su patria, de su ciudad, de Atenas, porque fue un soldado ejemplar, el primero en el ataque y el último en la retirada. Se hizo célebre por su fortaleza, su coraje y su paciencia, sobre todo en la batalla de Potisdea. Ese mismo hombre, ya en la paz, viendo a su ciudad decadente, y en un proceso de degradación democrática y plebeya, se puso entero a ilustrar a sus ciudadanos, a llamarlos al encuentro con la verdad y con la realidad. A enseñarles el sentido de la vida del hombre como servicio a la verdad. Por esa causa fue acusado y llevado ante los tribunales, y finalmente condenado a morir. Fue prácticamente un plebiscito democrático el que lo condenó. Pero después iba a venir un condenado más ilustre que él, que es Nuestro Señor Jesucristo. Un plebiscito democrático, lo llevó a la crucifixión. Es un hecho real; el número no engendra la calidad, ni la distinción ni la verdad. Además cuando el hombre es un número, es uno de muchos, no es nada ni nadie". (Jordán B. Genta - julio de 1973).
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