Los católicos hace mucho que no buscan el bien supremo sino que se concentran en los males menores. Son miedosos, no se atreven a enfrentar al mal y a sus fautores con una vehemencia proporcional a los ataques recibidos; responden a las agresiones, blasfemias y ultrajes con muestras de “respeto y tolerancia” que pretenden conductas cristianas, cuando en realidad muestran no sólo irenismo sino la más atroz falta de coherencia en el que debería ser un firme y formal compromiso para dar el buen combate por los derechos de Dios. El humanismo masónico se infiltró en las clases acomodadas católicas por medio del pensamiento burgués, y el miedo a perder el confort llevó a aceptar todas las perversiones modernas como inevitables, haciéndolos huir de cualquier tipo de enfrentamientos, aunque los mismos son los que deben realizarse para mayor gloria de Dios, de nuestra Patria o hasta por el alma de nuestros hijos. El irenismo actual no es producto del error sino de la cobardía. Se aduce poner la otra mejilla pero no lo hacen con la suya sino con la que representa el honor de la Iglesia, de nuestras naciones y familias.
Sincerándonos, la consigna ahora es “promiscuidad sí, aborto no”. Y es por eso que la gran mayoría de los católicos, empezando por sus pastores, buscaron hacer un frente común con todo tipo de herejes en marchas inclusivas y multirepresentativas en las cuales el único excluido fue Dios. Y no negamos que hubieron honrosas excepciones, pero nos consta que en las misas y los llamados del clero, se pedía rezar en las mismas más no en las manifestaciones púbicas para no ofender a los infieles y respetar la “santa pluralidad democrática”. La mayor concentración provida del día 4 de agosto fue convocada por la “Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina”[3], y tampoco dudamos que la misma se realizó con mayoría de manifestantes católicos, pero los protestantes lo hicieron en representación de sus iglesias, los católicos simplemente como providas. En la inmensa mayoría del catolicismo, en referido a la cuestión del aborto se puso a la creatura por sobre el Creador. Se buscó defender la vida omitiendo mencionar al Dador de la misma.
Sincerándonos, la consigna ahora es “promiscuidad sí, aborto no”. Y es por eso que la gran mayoría de los católicos, empezando por sus pastores, buscaron hacer un frente común con todo tipo de herejes en marchas inclusivas y multirepresentativas en las cuales el único excluido fue Dios. Y no negamos que hubieron honrosas excepciones, pero nos consta que en las misas y los llamados del clero, se pedía rezar en las mismas más no en las manifestaciones púbicas para no ofender a los infieles y respetar la “santa pluralidad democrática”. La mayor concentración provida del día 4 de agosto fue convocada por la “Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina”[3], y tampoco dudamos que la misma se realizó con mayoría de manifestantes católicos, pero los protestantes lo hicieron en representación de sus iglesias, los católicos simplemente como providas. En la inmensa mayoría del catolicismo, en referido a la cuestión del aborto se puso a la creatura por sobre el Creador. Se buscó defender la vida omitiendo mencionar al Dador de la misma.