El revisionismo histórico ha tenido lugar a lo largo de toda la historia de la humanidad. De cierta forma es un fenómeno natural, si entendemos que a cada cambio de gobierno le conviene interpretar la historia a su conveniencia. En Rusia ha sido tradicionalmente común el quemar documentos históricos, cada nuevo Zar destruía documentos, manuscritos, libros y demás, por lo que es particularmente difícil estudiar la historia de este país. Tal vez esto explica el porqué del débil desarrllo de esta ciencia social en el país en la actualidad. Y si en la academia en general son pocos los estudiosos realmente con formación científica e ideológica en esta área, pues ni qué decir de la gente del común, con serias carencias en las nociones básicas de geografía, historia y en general las ciencias humanas o sociales. Sin embargo, las generaciones que se formaron escolarmente durante la Unión Soviética alcanzaron a crearse una base más o menos sólida de la historia, por lo menos, de su propio país. Saben quiénes fueron Lenin, Stalin, han escuchado sobre la revolución bolchevique y saben en qué año ocurrió. Después de la caída de la Unión Soviética el plan escolar se ha cambiado repetidamente e incluso se han excluido como obligatorias periódicamente algunas de estas materias. En consecuencia, muchas personas menores de 35 o 40 años podrán haber escuchado sobre Pedro el Grande y otros zares, cuyas historias se han hecho populares gracias a series y películas modernas, pero poco o nada saben sobre la formación de la Unión Soviética, los factores que condujeron a su aparición y los personajes que intervinieron. Hijos de la nueva época capitalista del país, de los valores de la globalización, para quienes McDonald´s y Coca-Cola son el ideal del gusto y del sabor, han sido los primeros en morder el anzuelo del producto central de venta del capitalismo y con el que mejor se han enriquecido sus principales bastiones: La libertad. La lucha por la libertad es hoy similar a las luchas cristianas por liberar las almas de los impíos. La excusa perfecta para cometer crímenes de lesa humanidad y enriquecerse con lo ajeno, pues a cambio se les está llevando este gran tesoro. Y no importa que esta liberación implique la propia muerte de los liberados, pues se les garantiza así que irán al reino de los cielos, ya que se negaron de disfrutar del paraíso en la tierra (el sueño americano). Por eso no es de sorprender que sean precisamente los rusos de estas generaciones quienes primero se hayan “decepcionado” de su país con el inicio de la “operación especial” en Ucrania, que lloren de miedo pensando “¿cómo ser ruso ahora en el mundo?”, pues en su mejor tradición de jueces universales Europa y EEUU, (los más avanzados, los más desarrollados, los más evolucionados), siempre exigen que los demás pueblos sigan su camino, quieran congraciarse con ellos tratándose de parecer lo más posible, como si el tiempo, la historia, la evolución y el desarrollo tuvieran un sólo camino real y verdadero, el suyo. Y todos debemos olvidar que su riqueza fue obtenida a base del robo y el saqueo: holandeses robando gente de África y vendiéndola como esclavos por todo el mundo, ingleses saqueando barcos por el Atlántico y no sólo, son sólo un par de ejemplos que nos hablan de la doble moral europea y estadounidense. Pero los rusos, al igual que latinoamericanos o asiáticos, siguen avergonzándose de su pasado, su historia, su cultura. Los rusos de mundo odian encontrarse o tan solo ver a otros rusos en otros países, que no se parecen lo suficiente a los altamente desarrollados y a la moda europeos. Incluso el hecho histórico del que debían enorgullecerse siempre, sin duda alguna, ha sido puesto en tela de juicio: ahora la Gran Victoria sobre la Alemania Nazi tiene otra connotación, como si la historia fuera retrospectiva.