La boda confinada que el coronavirus no ha podido parar
El padre de la novia leyó un salmo desde Morón de la Frontera (Sevilla), los sobrinos realizaron las peticiones desde Osuna y la hermana miraba atenta desde la sevillana calle Betis. A la ceremonia los novios llegaron conduciendo sus propios coches y por separado. Y Natalia Cortés dio el "sí, quiero" a Rafael Cuevas en una iglesia en la que apenas había otras tres personas: los padres de él y el cura. "Estaba vacío, pero fue muy emocionante y nos sentimos muy acompañados", cuenta Natalia, a la que bastaba girar la mirada desde el altar para ver a su familia. No estaban en los bancos de primera fila, pero sí les veía a través de un ordenador portátil en los sofás de sus casas con vestido o traje y corbata. Lo mismo hacían los amigos que, en vez de una invitación, habían recibido un enlace para seguir el enlace en directo desde Alicante, Madrid o Mánchester, en el Reino Unido.Seguir leyendo.
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El padre de la novia leyó un salmo desde Morón de la Frontera (Sevilla), los sobrinos realizaron las peticiones desde Osuna y la hermana miraba atenta desde la sevillana calle Betis. A la ceremonia los novios llegaron conduciendo sus propios coches y por separado. Y Natalia Cortés dio el "sí, quiero" a Rafael Cuevas en una iglesia en la que apenas había otras tres personas: los padres de él y el cura. "Estaba vacío, pero fue muy emocionante y nos sentimos muy acompañados", cuenta Natalia, a la que bastaba girar la mirada desde el altar para ver a su familia. No estaban en los bancos de primera fila, pero sí les veía a través de un ordenador portátil en los sofás de sus casas con vestido o traje y corbata. Lo mismo hacían los amigos que, en vez de una invitación, habían recibido un enlace para seguir el enlace en directo desde Alicante, Madrid o Mánchester, en el Reino Unido.Seguir leyendo.
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