Un hombre guarda ña fotografía de su esposa desaparecida en el bolsillo interior de su saco.
Hombres golpean la puerta brucamente, buscan al profesor.
Aquél quien con miedo se levanto de su mesa de trabajo tomo el maletín y susurrando
"Te veo del otro lado" apretó el botón de la agarradera del maletín.
Cuando los soldados abrieron la puerta vieron como el hombre desaparecía.
Enfurecieron.
"Se robo nuestra idea! Lo que nos pertenece"
Gritaban sin parar.
Hasta que un hombre entro a la habitación y vio al rededor.
Señores, calmaos.
Aquí esta todo lo que necesitamos.
Dijo mientras una sonrisa se le dibujaba en el rostro y acariciaba su mentón con su brazo biónico izquierdo.
Erick, el profesor, caminaba a través de lo que parecía una gran estación de trenes hasta que tomo consciencia de si, estaba viajando.
Pero todas las personas caminaban hacia todas las direcciones posibles.
Enfrenté de el, a un lado o al otro, arriba, en el techo también. Por toda dirección inimaginable.
Hasta que a lo lejos la vio.
Por una fracción de segundo divisó el vestido de su esposa y corrio, atravesandose a si mismo, pues todas las personas que habían no eran más que el mismo atrapadas en ese breve instante del tiempo, buscando su propia dirección.
Entonces apretó de nuevo el botón del portafolio desapareciendo.
En la estación de venta de boletos un lobo antropomórfico de pelaje negro como la noche sonrió alegremente.
-El presente es complicado, dijo.
Más si no sabes que dirección tomar.
Pero las respuestas para el futuro se encuentran siempre en el pasado.
Sacando un reloj de bolsillo y viendo la hora.
Demasiado tarde.
Hombres golpean la puerta brucamente, buscan al profesor.
Aquél quien con miedo se levanto de su mesa de trabajo tomo el maletín y susurrando
"Te veo del otro lado" apretó el botón de la agarradera del maletín.
Cuando los soldados abrieron la puerta vieron como el hombre desaparecía.
Enfurecieron.
"Se robo nuestra idea! Lo que nos pertenece"
Gritaban sin parar.
Hasta que un hombre entro a la habitación y vio al rededor.
Señores, calmaos.
Aquí esta todo lo que necesitamos.
Dijo mientras una sonrisa se le dibujaba en el rostro y acariciaba su mentón con su brazo biónico izquierdo.
Erick, el profesor, caminaba a través de lo que parecía una gran estación de trenes hasta que tomo consciencia de si, estaba viajando.
Pero todas las personas caminaban hacia todas las direcciones posibles.
Enfrenté de el, a un lado o al otro, arriba, en el techo también. Por toda dirección inimaginable.
Hasta que a lo lejos la vio.
Por una fracción de segundo divisó el vestido de su esposa y corrio, atravesandose a si mismo, pues todas las personas que habían no eran más que el mismo atrapadas en ese breve instante del tiempo, buscando su propia dirección.
Entonces apretó de nuevo el botón del portafolio desapareciendo.
En la estación de venta de boletos un lobo antropomórfico de pelaje negro como la noche sonrió alegremente.
-El presente es complicado, dijo.
Más si no sabes que dirección tomar.
Pero las respuestas para el futuro se encuentran siempre en el pasado.
Sacando un reloj de bolsillo y viendo la hora.
Demasiado tarde.