Ya veis que la grandeza y dignidad de la madre está justificada en sí misma, en su naturaleza y oficios, y que todos los ditirambos del moderno feminismo no pueden añadirle una pulgada. Más: la Biblia, es decir, el libro de Dios, será siempre el libro en que mejor se ha cantado la dignidad de la madre. Desde Eva hasta la mujer del Apocalipsis, pasando por la mujer fuerte, de Salomón, y la madre de los Macabeos, la dignidad de la madre ha tenido en Dios su cantor; y ante la palabra de Dios serán siempre pálidos los colores con que la humana literatura pretenda glorificaros; no hará más que indemnizaros algo de los enormes agravios que ella y la historia os han inferido.