✝️🙏🏻† Ancora de Salvación 📒✝️[OFICIAL]


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† Orar y trabajar para la salvación lograr. Oraciones de este hermoso libro para cada ocasión cada día y momento del año.
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Consideremos cómo el Eterno Padre dijo al Niño Jesús en el instante de su concepción estas palabras: Hijo, yo te he dado al mundo como luz y vida de las gentes, para que procures su salvación, que estimo tanto como si fuese la mía. Es necesario, pues que te emplees completamente en beneficio de los hombres. “Dado completamente a ellos y entregado por completo a sus menesteres”. Es necesario que al nacer padezcas extremada pobreza, para que el hombre se enriquezca; es necesario que seas vendido como esclavo, para que el hombre sea libre; es necesario que, como esclavo, seas azotado y crucificado, para satisfacer a mi justicia la pena debida por el hombre; es necesario que sacrifiques sangre y vida, para librar al hombre de la muerte eterna. Sábete, en suma, que ya no eres tuyo, sino del hombre. Pues un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Así, querido Hijo mío, es como el hombre se rendirá a amarme y a ser mío, viendo que le doy por completo a ti, Hijo mío unigénito, y que ya no me resta más que darle.

Así amo Dios (¡Oh amor infinito, digno solamente de un Dios infinito!), así amo Dios al mundo, que entrego a su Hijo unigénito. El Niño Jesús no se contristó a esta propuesta, sino que se complació en ella, aceptándola con amor y regocijo: Salta cual gigante a correr la ruta. Y desde el primer momento de su encarnación se entrego por completo al hombre, y abrazó con gusto todos los dolores e ignominias que había de sufrir en la tierra por amor de los hombres. Estos fueron, expone San Bernardo, los montes y collados que había de atravesar Jesucristo con tanto apresuramiento para salvar a los hombres: Helo aquí que viene saltando por las montañas, brincando por las colinas.

Piensa aquí como el divino Padre, enviando a su Hijo para ser nuestro Redentor y sellar la paz entre Él y los hombres, se obligó en cierto modo a perdonarnos y amarnos, por razón del pacto que hizo de recibirnos en su gracia, puesto que el Hijo satisfacía por nosotros a la divina justicia. A su vez, el Verbo divino, habiendo aceptado la comisión del Padre, el cual (enviándolo a redimirnos) nos lo daba, se obligo también a amarnos, no ya por nuestro meritos, más para cumplir la piadosa voluntad del Padre.

Afectos y súplicas

Amado Jesús mío, si es verdad, como dice la ley, que el dominio se adquiere con la donación, vos sois mío, por haberos vuestro Padre entregado a mí: por mí nacisteis y por mí os habéis dado. Por eso puedo con razón exclamar: Dios mío y mi todo. Y ya que sois mío, mías son vuestras cosas, como me lo afirma vuestro Apóstol: ¿Cómo no juntamente con El nos dará de gracia todas las cosas? Mía es vuestra sangre, míos vuestros meritos, mía vuestra gracia, mío vuestro paraíso. Y si sois mío, ¿quién podrá nunca separaros de mí? Nadie podrá quitarme a Dios, exclamaba jubiloso San Antonio Abad. Así quiero yo exclamar en adelante. Tan sólo por culpa mía puedo perderos y separarme de vos; pero, Jesús mío, si en lo pasado os dejé y perdí, ahora me arrepiento con toda el alma y me resuelvo a perderlo todo, aun la vida, antes que perderos a vos, bien infinito y único amor de mi alma. Os doy gracias, Padre eterno, por haberme dado a vuestro Hijo, y a cambio de habérmelo dado por completo a mí, miserable, yo me entrego todo a vos. Por amor de este mismo Hijo, aceptadme y estrechadme con los lazos de amor a este mi Redentor, pero estrechadme de manera que pueda también exclamar: ¿Quién nos apartara del amor de Cristo? ¿Qué bien del mundo podrá separarme de mi Jesucristo? Salvador mío, pues sois todo mío, sabed que yo soy todo vuestro; disponed de mi y de mis cosas como os agradare. ¿Cómo podría negar nada a Dios, que no me negó nada, ni su sangre ni su vida?

María, Madre mía, custodiadme con vuestra protección. No quiero ya pertenecerme más, sino pertenecer por completo a mi Señor. Pensad en hacerme fiel; en vos confió.


MEDITACION XVI

San Alfonso María de Ligorio

DIOS NOS DIÓ A SU UNIGENITO POR SALVADOR

Dedit te in lucem gentium, ut sis salus mea usque ad
extremum terrae.

Te he constituido en luz de los gentiles, para que mi
salvación llegue hasta el fin de la tierra.


MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO- DÍA 16 #meditacionalfonsoligorioadvientodia16




LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES, BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO.

Contemplando la santa Iglesia este gran misterio y este gran prodigio de aparecer un Dios nacido en un establo, toda admirada exclama: ¡Oh grande misterio, y admirable Sacramento! que los animales viesen al Señor nacido recostado en un pesebre.

Para contemplar con ternura y amor el nacimiento de Jesús, debemos pedir al Señor que nos de una fe viva; porque si entramos sin fe en la gruta de Belén, no experimentaremos mas que un afecto de compasión, al ver un niño reducido a un estado tan pobre, que naciendo en el corazón del invierno, es reclinado en un pesebre de bestias, sin fuego, y en medio de una fría cueva. Pero si entramos con fe, y vamos considerando qué exceso de bondad y de amor ha sido el que un Dios haya querido reducirse a comparecer pequeñito infante, estrechado entre las fajas, colocado sobre la paja, que gime, que tiembla de frío que no puede moverse, que tiene necesidad de leche para vivir, ¿cómo es posible que cada uno de nosotros no se sienta atraído, y dulcemente obligado a dar todos sus afectos a este Dios niño, que se ha reducido a tal estado para hacerse amar?

Dice san Lucas, que los pastores después de haber visitado a Jesús en el establo, se volvieron glorificando y loando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto. Y pues ¿qué es lo que habían visto? No otro que un pobrecito niñito tiritando de frío, sobre unas pocas pajas ; mas por cuanto estaban iluminados de la fe, reconocieron en aquel infante el exceso del amor divino; del cual inflamados iban después alabando y glorificando a Dios en la contemplación de haber tenido la suerte de ver un Dios anonadado y desmayado por amor de los hombres. Exinanivit semetipsum.

AFECTOS Y SÚPLICAS.
¡Oh amable, oh mi dulce Niño! aunque os miro tan pobre sobre esa paja, yo os confieso y os adoro por mi Señor y Criador. Comprendo ya quién os ha reducido a estado tan miserable; ha sido el amor que me habéis tenido. Acordándome, pues, ó Jesús mio, de la manera que en lo pasado os he tratado, y de las injurias que os he hecho, me maravillo como habéis podido soportarme.

¡Malditos pecados! ¿Qué habéis hecho? me habéis hecho llenar de amargura el corazón de este mi enamorado Señor. Ea, pues, mi amado Salvador, por los dolores que sufristeis, y por las lágrimas que derramasteis en el establo de Belén, dadme lágrimas, dadme Un gran dolor que haga llorar toda mi vida los disgustos que os he ocasionado. Dadme amor hacia Vos, pero un amor tal que compense las ofensas que os he hecho.

Os amo, mi chiquito Salvador, os amo, Dios niño y amor mio, mi vida y mi todo. Os prometo de aquí en adelante no amar a otro que a Vos. Ayudadme con vuestra gracia, sin la que nada puedo. María, esperanza mía, Vos alcanzáis cuanto queréis de este Hijo, alcanzadme su santo amor. Madre mía, escuchadme.


MEDITACION XV

San Alfonso María de Ligorio



Invenietis infantem positum in præsepio. (Luc. II, 12).

Hallaréis al Niño echado en un pesebre.


MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO- DÍA 15 #meditacionalfonsoligorioadvientodia15




LA CUCIFIXIÓN, GIOTTO DI BONDONE.

Reveló Jesucristo a la venerable Águeda de la Cruz, que estando en el seno de María, la que mayor dolor le causó entre todas las penas, fue ver la dureza de los corazones de los hombres, que habían de menospreciar después de su redención las gracias que había venido a derramar sobre la tierra. Y este sentimiento, bien pronto lo expresó él mismo por boca de David en las palabras del salmo arriba puestas, comúnmente entendidas por los santos Padres, según las explica san Isidoro; y es como sigue: Dum descendo in corrupiionem, esto es, cuando desciendo a tomar la naturaleza humana tan corrompida de vicios y de pecados, Padre mío, parece que dijera el Verbo divino, yo voy a vestirme de carne, y luego a derramar toda mi sangre por los hombres; pero ¿qué provecho habrá en ella? La mayor parte de los hombres no harán caso de esta mi sangre, y seguirán ofendiéndome como si nada hubiese yo hecho por su amor.

Esta pena fue aquel cáliz amargo del cual pidió Jesús al eterno Padre le librase. ¡Qué cáliz! ver tanto desprecio de su amor! Esto le hizo aun clamar sobre la cruz: Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado? Reveló el Señor a santa Catalina de Sena, que el desamparo de que se lamentó era el ver que su Padre había de permitir que su pasión y su amor hubieran de ser desestimados de tantos hombres por quienes moría. Esta misma pena, pues, atormentaba a Jesús niño en el seno de María, al mirar desde allí tanta costa de dolores, de ignominias, de sangre y de una muerte cruel y afrentosa, con tan poco fruto.

Vio ya entonces el santo Infante aquello que decía el Apóstol de muchos, ó más bien la mayor parte, los cuales habían de hollar la sangre del Hijo de Dios, tenerla por vil y profanarla, ultrajando la gracia que esta misma sangre les adquiría. Pero si hemos sido del número de estos ingratos, no desesperemos. Jesús al nacer viene ofreciendo la paz a los hombres de buena voluntad, como hizo anunciarlo por los Ángeles: et ín terra pax hominibus bonæ voluntatis.

Mudemos, pues, nuestra voluntad, arrepintiéndonos de nuestros pecados, y proponiendo amar a este buen Dios; así hallaremos la paz, esto es, la amistad divina.

AFECTOS Y SÚPLICAS
Amabilísimo Jesús mío, ¡cuánto os he hecho padecer aun en vuestra vida! Vos habéis derramado la sangre por mí con tanto dolor y con tanto amor; y hasta aquí ¿qué fruto habéis sacado de mí? desprecios, disgustos y ofensas. Pero, Redentor mío, yo no quiero afligiros mas; espero que en lo venidero vuestra pasión hará fruto en mí con vuestra gracia, la cual veo me asiste ya. Habéis padecido tanto, y habéis muerto por mí para que os amase; quiero, pues, amaros sobre todo bien; y por daros gusto, estoy pronto a sacrificar mil veces la vida.

Padre eterno, yo no tendré atrevimiento de comparecer delante de Vos a pediros ni perdón ni gracia; mas vuestro Hijo me dice, que cualquiera gracia que pida en nombre suyo, me la concederéis. Os ofrezco, pues, los méritos de Jesucristo, y antes os pido en nombre del mismo un perdón general de todos mis pecados; os pido la santa perseverancia hasta la muerte, y sobre todo os pido el don de vuestro santo amor, que me haga vivir siempre según vuestra voluntad divina.

En cuanto a la mía, yo estoy resuelto a elegir antes mil muertes, que ofenderos, a amaros con todo el corazón, haciendo cuanto pueda por complaceros; mas para ¡todo esto os pido y de Vos espero la gracia de ejecutarlo! Madre mía, María, si Vos rogáis por mí estoy seguro. Rogad, rogad, y no ceséis jamás de rogar si no me veis mudado y reducido como Dios me quiere.


MEDITACION XIV

San Alfonso María de Ligorio

Quæ utilítas in sanguine meo, dum descendo in corruptionem? (Psalm. XXIX, 10).

¿Qué provecho hay en mi sangre, si desciendo a la corrupción?


MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO- DÍA 14 #meditacionalfonsoligorioadvientodia14




El Verbo Divino, desde el primer instante que se vio hecho hombre y niño en el seno de María, se ofreció por si mismo a las penas y a la muerte, por el rescate del mundo. Sabía que todos los sacrificios de los machos cabríos y de los toros ofrecidos a Dios en la antigüedad no habían podido satisfacer por las culpas de los hombres, sino que se necesitaba una persona divina que satisficiese por ellos el precio de su redención. Por lo cual dijo, como nos certifica el Apóstol: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a propósito . Entonces dije: Heme aquí presente. Padre mío (dijo Jesucristo), todas las victimas a vos ofrecidas hasta ahora no bastan ni bastaran a satisfacer vuestra justicia; me disteis un cuerpo pasible para que con la efusión de mi sangre os aplaque y salve a los hombres: ecce venio, heme pronto; todo lo acepto y en todo me someto a vuestro querer.

La parte inferior experimentaba, naturalmente, repugnancia y rehusaba a vivir y morir entre tanta pena y oprobio, pero venció la parte racional, que estaba por completo subordinada a la voluntad del Padre, y acepto todo, comenzando Jesús a padecer, desde aquel punto, todas las angustias y dolores que sufriría en los años de su vida. Así obro nuestro divino Redentor desde los primeros instantes de su entrada en el mundo.

Y ¿cómo nos hemos portado nosotros con Jesús desde que, llegados al uso de razón, comenzamos a conocer con la luz de la fe los sagrados misterios de la redención? ¿Qué pensamientos, soberbias, venganzas, sensualidad: he ahí los bienes que aprisionaron los afectos de nuestro corazón. Más, si tenemos fe, mudemos de vida y de amores: amemos a un Dios que tanto padeció por nosotros. Acordémonos de las penas que el Corazón de Jesús padeció por nosotros desde niño, y así no podremos amar más que a este Corazón, que tanto nos ha amado.

Afectos y súplicas

Señor mío, ¿queréis saber cómo me porté con vos en mi vida? Desde que comencé a tener uso de razón empecé a menospreciar vuestra gracia y vuestro amor. Pero mejor que yo lo sabéis vos, y , a pesar de ello, me soportasteis porque aun me queréis mucho. Hui de vos, y vos os acercasteis llamándome. Aquel mismo amor que os hizo bajar del cielo en seguimiento de las ovejuelas perdidas, hizo que me sufrieseis y no abandonaseis. Jesús mío, ahora me buscáis y yo os busco. Siento que vuestra gracia me asiste; me asiste con el dolor de los pecados, que aborrezco sobre todo otro mal; me asiste con el gran deseo que tengo de amaros y de daros gusto . Sí, señor mío, os quiero amar y complacer cuanto pueda. Cierto que temo por mi fragilidad y la debilidad contraída a causa de mis pecados, pero mucho mayor es la confianza que vuestra gracia me infunde, haciéndome esperar en vuestros meritos y dándome grande ánimo para exclamar: Para todo siento fuerzas en aquel que me conforta. Si soy débil, vos me daréis fuerza contra mis enemigos; si estos enfermo, espero que vuestra sangre será mi medicina; si soy pecador, confió en que me santificareis. Confieso que en lo pasado coopere a mi ruina , porque deje de acudir a vos en los peligros. De hoy en adelante, Jesús mío y esperanza mía, a vos quiero recurrir y de vos espero toda ayuda y todo bien. Os amo sobre todas las cosas y nada quiero amar fuera de vos. Ayudadme, por piedad, por el merito de tantas penas como desde niño sufristeis por mí, Eterno Padre, por amor de Jesucristo aceptad que os ame. Si os enoje, aplacaos al ver las lagrimas del Niño Jesús, que os ruega por mí: En la faz de tu ungido pon los ojos. Yo no merezco gracias, pero las merece este hijo inocente, que os ofrece una vida de penas para que seáis conmigo misericordioso.

Y vos, María, Madre misericordiosa, no dejéis de interceder por mi; Sabéis cuanto confió en vos, y yo bien se que no abandonáis a quien a vosotros recurre.


MEDITACION XIII

San Alfonso María de Ligorio

JESÚS SE OFRECIÓ DESDE EL PRINCIPIO POR NUESTRA SALVACIÓN.

Oblatus est quia ipse voluit.

Fue maltratado, mas El se doblegó.


MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO- DÍA 13 #meditacionalfonsoligorioadvientodia13




Antes de la venida del Mesías, el mundo estaba sepultado en una noche tenebrosa de ignorancia y de pecados. Apenas el verdadero Dios era conocido en un solo ángulo de la tierra, a saber, en la Judea. En lo restante reinaba la más espantosa idolatría. Todo lo ocupaba la noche del pecado, el cual ciega a las almas y las llena de vicios, y las priva de ver el miserable estado en que viven, enemigas de Dios, condenadas al infierno; pudiendo decir con el Salmista: Pusiste tinieblas, y fue hecha la noche; en ella transitarán todas las bestias de la selva.

De estas tinieblas, pues, vino Jesús a libertar el mundo. Lo libró de la idolatría, dando a conocer al verdadero Dios, y lo libró del pecado con la luz de su doctrina y de sus divinos ejemplos; pues como dice san Juan: Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

Predijo el profeta Jeremías, que Dios debía crear un nuevo niño, para ser el Redentor de los hombres: Creavit Dominus novum super terram. Este nuevo niño fue Jesucristo; él es el Hijo de Dios, que enamora al paraíso, y es el amor del Padre, el cual habló de esta manera: Este es mi Hijo el amado, en quien yo mucho me he complacido. Y este Hijo es aquel que se ha hecho niño, habiendo dado mas gloria y honor en el primer momento que ha sido criado, que le han dado y estarán para darle todos los Ángeles y Santos juntos por toda una eternidad. Por esto en el nacimiento de Jesús cantaron los Ángeles: Gloria a Dios en las alturas.

Ha dado, repito, a Dios más gloria Jesús aun niño, que le quitaron todos los pecados de los hombres. Cobremos, pues, ánimo nosotros pobres pecadores, ofrezcamos al eterno Padre este Infante, presentémosle las lágrimas, la obediencia, la humildad, la muerte y los méritos de Jesucristo, y recompensaremos a Dios las injurias que le hemos hecho con nuestras ofensas.

AFECTOS Y SÚPLICAS.
¡Ah mi Dios eterno! yo os he deshonrado posponiendo tantas veces vuestra voluntad a la mía, y vuestra santa gracia a mis viles intereses y miserables satisfacciones… ¿Qué esperanza de perdón habría para mí, si Vos no me hubieseis dado a Jesucristo precisamente a este fin, para que fuese la esperanza de nosotros pecadores? Él es, dice el Apóstol, propiciación por los pecados nuestros. Sí, porque Jesucristo sacrificándoos la vida en satisfacción de las injurias que nosotros os hemos hecho, os ha dado más honor que nosotros deshonra con nuestros pecados.

Recibidme, pues, oh Padre mío, por amor de Jesucristo. Me arrepiento, oh bondad infinita, de haberos ultrajado: he pecado contra el cielo y en vuestra presencia; no soy digno de llamarme hijo tuyo. Ciertamente yo no soy digno de perdón, pero es digno Jesucristo de ser oído de Vos. Él os rogó por mí un día en la cruz: Pater ignosce, y ahora en el cielo os está diciendo, que me recibáis por hijo: Tenemos por abogado con el Padre a Jesucristo, que intercede por nosotros, dice san Juan Recibid un hijo ingrato que antes os dejó, mas ahora vuelve resuelto a amaros otra vez.

Sí, Padre mío, yo os amo, y quiero siempre amaros. ¡Ah! Padre mío, ahora que he conocido el amor que me habéis tenido, y la paciencia con que me habéis sufrido tantos años, no me fío de vivir mas sin amaros. Dadme un grande amor, que me haga siempre llorar los disgustos que he dado a Vos, Padre mío, tan bueno, y me haga siempre arder de amor hacia un Padre tan amante. Padre mío, yo os amo, yo os amo, yo os amo. ¡Oh María! Dios es mi Padre, y Vos sois mi Madre. Todo lo podéis con Dios, ayudadme, alcanzadme la santa perseverancia y su santo amor.


MEDITACION XII

San Alfonso María de Liborio

Creavit Dominus novum super terram. (Jerem. XXXI, 22)

El Señor ha criado una cosa nueva sobre la tierra.


MEDITACIONES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO- DÍA 12 #meditacionalfonsoligorioadvientodia12

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