😎El Psicólogo😎


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La psicología, a diferencia de la química, algebra o literatura, es un manual para tu propia mente. Es una guía para la vida.-Daniel Goldstein.

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Para aliviar el estrés en cuarentena! Cuídense amigos !!


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Me consideré sentimentalmente "comunista" desde los 17 años, edad en la que ingresé a la universidad para mi primera carrera profesional (Administración), y reconozco haber sido "carne de cañón" de partidos de izquierda cerca de 10 años. En ese lapso ingresé a la carrera de Psicología y seguí en el asunto, pero, tras muchas lecturas acerca del tema, de una manera "más intelectual", "marxista", tratando de divulgar lo que era mi concepción de "ideología científica". Siendo el más experimentado de mis compañeros de entonces, formé un círculo de estudios (llamado "Avanzada"), dedicado a esa divulgación. Por entonces me sentía casi "iluminado", pues tras un fuerte rechazo visceral (típico de izquierdista) hacia el conductismo y haber comenzado a revisar sus temáticas con motivo de "refutarlo", el efecto fue contrario: el marxismo y el conductismo me parecieron compatibles en varios puntos esenciales, y así lo expuse a mis compañeros del círculo. Uno de los frutos de esa "conversión" fue el "manifiesto" que figura con este título: "Psicología e Investigación Social: ¿Es Posible un Marxoconductismo'?" (el nombre se me ocurrió después de oír una conferencia de la psicóloga comunitaria Maritza Montero en 1987).
Durante mucho tiempo, después de titulado y hasta pasada la cuarentena de años, continué designándome "marxista" e incluso "marxoconductista". Luego, al amparo de mayor lectura y experiencia, con la misma pasión con que abracé dicha ideología en mi juventud, "abjuré" de ella hasta llegar casi al fenómeno de "renegado". De eso aun conservo una atracción puramente histórica y humanista que podría llamar "marxológica". Actualmente estoy cerca del libertarismo y en contra de todo fanatismo, por ello la difusión de esto solo tiene para mí un interés anecdótico respecto a mi pasado (William Montgomery Urday).
El ensayo citado figura en este link:

https://drive.google.com/file/d/1QuuM9yW6Xl50HmDynHdCdcPYc7r_WCPp/view

TOMADO DE: CONDUCTISMO INTEGRADO


¿Cómo usar la psicología inversa?

Pacientes con chemobrain: efectos secundarios de la quimioterapia
Seguro que has usado alguna vez la psicología inversa, aunque no te hayas dado cuenta o hayas sido consciente del poder que tiene. Básicamente se trata de adoptar una postura para que el otro adopte la contraria.

Unos expertos en llevar la contraria suelen ser los adolescentes. En pleno proceso del establecimiento de su identidad, si algo detestan es que alguien trate de dirigirles o condicionarles. Así, en pos de evitar esta sensación, optan a menudo por no hacer lo que les sugieren aunque en el fondo sepan que es la mejor opción.

Sin embargo, esto no solamente es cosa de adolescentes. Aunque con menor intensidad y frecuencia, suelen quedar vestigios de esta inclinación -la de llevar la contraria- en la vida adulta.

¿Qué es la psicología inversa?
Este concepto se atribuye al psiquiatra austriaco Viktor Frankl y basa su eficacia en la reactancia. ¿En qué consiste este proceso? Se trata de un proceso motivacional a través del cual defendemos nuestra libertad y nos revelamos contra aquellos que creemos que intentan reprimirnos. En muchas ocasiones sólo por sentir que tenemos el control de nuestra vida nos aferramos a una decisión contraria a la que nos indican. No estamos dispuestos a perder ni nuestro poder ni nuestra autonomía.

Basta que a un niño pequeño le digamos que no toque un objeto para despertar su curiosidad. Basta que a cualquiera de nosotros nos digan que no abramos la puerta de un armario para sentir la tremenda curiosidad de abrirla. ¿Os sentís identificados con alguna de estas situaciones?

La psicología inversa consiste en que si queremos que alguien lleve a cabo una acción X, le diremos que realice la acción contraria (Y) para que elija la que realmente nosotros queremos, la X.

¿Cómo ponemos en marcha la psicología inversa?
Imaginemos que un niño de 5 años se niega a comer verduras. Tú insistes en obligarle a que termine todo lo que está en el plato, pero parece que no hay manera: no va a comerse las zanahorias o calabacines. Si le sigues diciendo que coma, todo terminará mal. Tú bajarás los brazos y él se irá feliz a jugar.

Madre dándole de comer a su bebé
La cosa no es tan sencilla como decirle al niño que no los coma. Se va marchar corriendo y nos vamos a quedar nosotros con las verduras. Antes tenemos que hacer un trabajo previo, tenemos que darle a las verduras una forma atractiva: que no parezcan un plato soso y aburrido, sino todo lo contrario.

Después es cuando podemos poner en marcha la psicología inversa para aumentar aún más el atractivo del plato. Lo cierto es que si algo despierta nuestra curiosidad esta aumenta aún más si resulta prohibido. Esto en la infancia es especialmente cierto porque los padres a menudo prohíben cosas a sus hijos que en algún momento han experimentado como divertidas.

Con lo divertido que es saltar en un charco y nosotros se lo prohibimos…

Cuando vamos sumando años, a la asociación que hemos adquirido en la infancia le añadimos, como hemos descrito antes, la necesidad de independencia. Otros motivo para llevar la contraria puede tener que ver con la seguridad que sintamos en una situación determinada. Si nos sentimos inseguros y alguien nos incita a correr un riesgo, probablemente optemos por el comportamiento más común o menos divergente con el de la mayoría.

Por el contrario, acompañados de un sentimiento de seguridad nos inclinaremos por la opción arriesgada con más determinación si alguien intenta incitarnos para que optemos por la segura. Así, llevar la contraria en estos casos no suele determinar el lado hacia el que se inclina la balanza, pero sí hace que esta se incline definitivamente o que lo haga con más fuerza, hacia un lado u otro.

La psicología inversa en los adultos
Quizás el ejemplo del niño que no quería comer verduras sea algo básico y lo entendamos porque “se trata de un pequeño al que se puede manejar más fácil”. Sin embargo, has de saber que la psicología inversa se emplea mucho en las empresas.


“Las emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y más tarde salen a la luz de formas peores.”

—Sigmund Freud.




estrés.  Por eso se siente con inquietud y desagrado. En el cerebro, el aburrimiento aparece como una variación del patrón de activación cerebral que se produce cuando se está en un estado de reposo. Pero el cerebro de la persona aburrida tiene una diferencia significativa. Un área conocida como la corteza insular anterior del cerebro es menos activa y esta es la parte del cerebro que controla la capacidad para descubrir aspectos novedosos en el entorno.

La obsesión con las fuentes externas de entretenimiento, televisión, películas, Internet o videojuegos, por ejemplo, también puede desempeñar un papel en el aumento del aburrimiento. La sobrecarga sensorial de la vida moderna no da la posibilidad y la capacidad de descubrir cuáles son los intereses y capacidades de la persona.

De la misma manera que el estrés agudo y el miedo son emociones que tienen su razón de ser para hacernos reaccionar al medio ambiente y proteger la salud y la vida, el aburrimiento surge para decir que lo que está haciendo ya no cumple sus objetivos y que se debe encontrar alguna actividad que sí lo haga. Desde un punto de vista de bienestar, si la persona se queda en un sitio o actividad por mucho tiempo, se vuelve vulnerable y pierde oportunidades. El aburrimiento es una señal de que se ha estado de cierta manera demasiado tiempo y una invitación a hacer cosas novedosas.


La importancia del aburrimiento en la vida

Sentirse desocupado es una sensación desagradable e incómoda que muchas veces se acompaña de inquietud y desasosiego. Pero según el médico psiquiatra José A. Posada Villa*, el aburrimiento episódico, el que sucede a ratos, es crucial para el normal funcionamiento del individuo.

  El impulso de no aburrirse es tan fuerte que la gente podría estar dispuesta a elegir experiencias desagradables como alternativa.

En nuestra cultura confesar que está aburrido es como reconocer un problema mental. Por eso abundan los consejos para su manejo: buscar personas afines, dedicarse a un pasatiempo, tocar un instrumento, leer un libro, organizar la casa y, desde luego. El consejo también va para los niños a quienes los papás muchas veces llenan de actividades para que no se aburran: inscribirlos en natación, fútbol, ??baile, grupos de teatro, cualquier cosa para evitar que resuelvan su aburrimiento con el sexo y las drogas.

El impulso de no aburrirse es tan fuerte que la gente podría estar dispuesta a elegir experiencias desagradables como alternativa. Esta idea se basa en la investigación que ha demostrado una correlación entre el comportamiento de búsqueda de sensaciones y el comportamiento de riesgo. Las personas propensas a  aburrirse, con frecuencia conducen a velocidades más altas y tardan más en responder a peligros inesperados. En una encuesta realizada en adolescentes, aquellos que se aburren a menudo, tienen un 50% más de probabilidades de comportamientos como fumar, tomar licor y consumir drogas ilegales que sus compañeros que se aburren menos. También en los estudios sobre problemas de alimentación como los atracones, el aburrimiento es uno de los desencadenantes más frecuentes, junto con sentimientos de depresión y ansiedad.

Es cierto que el aburrimiento crónico es responsable de aspectos negativos como la  ansiedad, depresión, comer en exceso, juego patológico, ausentismo escolar, comportamientos de riesgo o consumo de drogas, pero también es importante aclarar que esta emoción tiene sus aspectos positivos debido a que  tiene implicaciones importantes para el normal funcionamiento humano en su comportamiento, salud mental y la calidad de vida.

Lejos de embotar la mente y llevar a una falta de productividad el aburrimiento puede animar a las personas a crear e innovar, pues la gente aburrida siente que sus acciones no tienen sentido y esto las puede motivar al cambio. Muchas veces la creatividad surge cuando la persona está aburrida por la forma en que se ha hecho algo mil veces y quiere probar algo nuevo.

Por esta razón, debemos aceptar esta emoción como legítima y encontrar formas de aprovecharla. Bien entendido, el aburrimiento nos ayuda a entender el tiempo y a nosotros mismos. A diferencia de la diversión o el trabajo, el aburrimiento es el encuentro con el tiempo puro como forma y contenido. Cuando se está aburrido, el tiempo se mueve lentamente. Y el tiempo de movimiento lento puede ser tortuoso para las personas que no pueden sentirse bien solas con sus mentes. Es por eso que aprender a aburrirse es crucial y es un gran privilegio si puede hacerlo sin ir al psicólogo o al psiquiatra.

La mitad de las personas están a menudo aburridas en la casa o en el estudio, más de dos tercios están aburridos en el trabajo y los niños están aburridos del colegio e incluso de los fines de semana y las vacaciones. La vivencia de aburrimiento parece alcanzar un máximo de los 9 a los 14 años y disminuye entre los 17 y los 22 años. Hay diferencias individuales en cuanto a la emoción y la novedad que una persona requiere para no aburrirse. Los hombres, por ejemplo, están generalmente más aburridos que las mujeres. También exhiben más comportamientos de riesgo, e informan que disfrutan de actividades más peligrosas y tienen más probabilidades de sentir que sus entornos son aburridos.

Se cree que el aburrimiento tiene una función evolutiva, que está relacionado con la necesidad de explorar y actuar en el mundo. El aburrimiento se asocia con niveles más altos de cortisol, la hormona del


Tomado de Red De Salud Mental




Un canal hermano con buen contenido paro nuestra psique 😎




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ente su comportamiento problemático con los demás y tiene la determinación de cambiar.

Autor: Iñaki Kabato


¿QUÉ ES LA GENTE TÓXICA?

Son personas que no han madurado emocionalmente, gente profundamente insegura y egoísta que necesitan estar cerca de alguien (su víctima) para entablar una relación absorbente que les permita descargar sus frustraciones. Así convierten a su víctima en una terapia barata particular, invadiendo sus límites y centradas en fijarse en sus defectos y en la parte negativa de las cosas para compensar sus carencias e inseguridades y así sentirse mejor consigo mismas, sin aportar casi nada positivo a la relación. Por eso las personas tóxicas acaban por molestar a menudo a su víctima, que termina experimentando emociones negativas y agotamiento, sintiendo que se consume su energía y alegría. Cuando después de estar con alguien nos sentimos estresados, frustrados o sentimos alivio cuando nos quedamos solos, estamos ante una persona tóxica para nosotros.

De vez en cuando hacen cosas por su víctima, pequeños favores que esconden un interés personal y que suelen cobrar en algún momento futuro (“yo te hice este favor, ahora te toca a ti”). Son personas asfixiantes que presionan a su víctima para que haga cosas que no le apetece, sobrepasan continuamente sus límites para comprobar hasta dónde pueden llegar y esperan que esa persona esté siempre dispuesta a ayudarles en todo lo que necesiten. Casi nunca asumen su responsabilidad y culpan de todo a su víctima o a circunstancias externas. Desahogan su frustración, tristeza y pesimismo en la primera presa accesible que encuentran, sembrando dudas sobre sus aptitudes e incapaces de apreciar sus logros, emitiendo juicios con insistencia y desdeñando los sentimientos de su víctima sin escucharla ni ofrecerla apoyo emocional.

Es conveniente saber identificar a las personas tóxicas y advertir sus artimañas para poder desactivarlas antes de que logren su objetivo.

Tipos y perfiles de la gente tóxica

Los victimistas, que responsabilizan de todo lo que les ocurre a los demás, contagiando el sentimiento de culpa a través del chantaje emocional.

Los que critican y descalifican cualquier actuación o idea que tenga su víctima, creando un sentimiento de inutilidad y debilitando su autoestima.

Los agresivos verbalmente, intentando provocar inseguridad en su víctima para hacerla débil, humillándola y faltándole al respeto.

Los manipuladores, los que siempre están engañando en beneficio propio.

Los cotillas, que propagan rumores negativos sobre personas ausentes (las personas que critican a otras que no están presentes no son fiables).

El narcisista, el que se cree perfecto y no soporta que le lleven la contraria, el que siempre da lecciones sobre cómo se tienen que hacer las cosas y se cree con derecho a descalificar y menospreciar al que contradiga sus decisiones o creencias.

Una vez identificada la toxicidad de la relación se recomienda cortarla de la mejor manera posible, hablando sobre lo que nos molesta de esa relación de forma abierta y asertiva, marcando nuestros límites. Y si no se puede por las buenas no dudar en alejarnos de su círculo de influencia sin dar ninguna explicación. Estas personas sólo intoxican a quien pueden, no a quien quieren. Además se les puede desarmar negándoles el acceso a nuestra intimidad, sin hacer caso de sus comportamientos, sin darles importancia, sin entrar en su juego. Y después, para cerrar el pasado y que no nos intoxique su recuerdo, lo mejor es tomar conciencia de que detrás de esas conductas suelen esconderse miedos, frustraciones o vivencias infantiles que han dificultado un desarrollo óptimo de la persona. Así llega el perdón liberador al darnos cuenta de que sólo son diferentes en ciertos aspectos, ni mejores ni peores que nosotros, con lo que descubrimos la inutilidad de juzgar a los demás y en su lugar reflexionamos sobre la comprensión y el respeto. Entonces es más correcto hablar de relaciones tóxicas, porque ninguna persona es intrínsecamente tóxica, son las vivencias y la genética las que determinan la personalidad. Así es que toda persona puede cambiar sus actos de tóxicos a nutritivos si así lo decide, si hace consci




s bien, que muchos dudan de estar a la altura.

5. Cuestión de mentalidad

En efecto, el matrimonio tiene prestigio social. Casarse da estabilidad a la pareja pues reafirma públicamente la voluntad firme de inaugurar un proyecto de familia compartido con quien se ama. El matrimonio sigue teniendo un componente institucional importante. Ahora bien, en la mentalidad cultural actual, al matrimonio le rodean importantes riesgos e incertidumbres. Es difícil fijar las expectativas, anticipar las obligaciones mutuas y los comportamientos que resultarán apropiados en el incierto contexto social, laboral, económico y cultural actual. La evolución de los roles de género introduce nuevos riesgos en la relación: las pautas y normas de las familias de origen no son repetibles. Cada pareja debe deliberar por su cuenta, negociar y encontrar una y otra vez modos de enfrentar las exigencias que imponen las cambiantes circunstancias de empleo (o desempleo), de vivienda y movilidad geográfica, de los hijos que se tienen (o no), de las respectivas redes sociales, etc.

6. El ejemplo del divorcio y la ruptura

Por otra parte, el divorcio y las separaciones se han multiplicado en una generación y han llegado a formar parte del horizonte probable para quienes hoy se casan: según Eurostat, los divorcios han aumentado un 25% en los últimos 20 años en Europa. En Italia se han multiplicado por dos y en España por tres en ese mismo período.

No es que se celebre la ruptura. Más bien, se divisa como un fracaso que se teme y que, de hecho, hace dudar a quienes piensan en aceptar el compromiso.

7. Miedo

A muchos, sencillamente, el matrimonio les da miedo. De este temor se contagia también el noviazgo, que resulta demasiado formal para quienes prefieren la provisionalidad, el vivir en el presente sin atarse explícitamente a un proyecto de largo recorrido.

Los motivos y las causas están, pues, relacionados. El miedo al compromiso, el temor a no estar a la altura de las (inciertas) obligaciones futuras, encuentra un aliado en la dificultad para encontrar un empleo estable, para conciliar el trabajo de los dos con los planes de familia, para hallar una vivienda razonable o, en síntesis, un horizonte despejado.

Quizá el verdadero problema sea que, como sociedad, hemos elevado demasiado las expectativas. O que hemos perdido valentía y confianza en la fuerza del amor.


¿Por qué los jóvenes no se casan? Algunos motivos y datos


En el último año, el Papa Francisco se ha referido varias veces a un hecho sociológico: los jóvenes europeos no se casan. Es uno de los fenómenos que está tratando de entender el Sínodo de la Familia. Para aportar luz y contexto, hemos solicitado un parecer al sociólogo Pablo García Ruiz, que participa en el proyecto de investigación europeo Families and Societies. Este proyecto aúna el trabajo de 23 destacadas universidades y 3 entidades sociales de ámbito internacional, sobre los problemas que afectan actualmente a las familias en Europa.

En países europeos hay cada vez más gente “soltera y sin compromiso” y se celebran menos matrimonios: según Eurostat la media de matrimonios anuales en Europa es de 4 por cada 1000 habitantes cuando hace solo 25 años, en 1990, el número era de 6 por 1000 habitantes. Esta tendencia es aún más acusada en países como Italia, España y Portugal donde hoy se celebran la mitad de matrimonios que hace 25 años.

Motivos de estas cifras

Los datos anteriores tienen sus causas y motivos: hay sin duda condiciones objetivas que lo hacen difícil; pero hay también razones por las que la gente prefiere comportarse de otro modo.

1. Vivienda y trabajo

Entre las causas del descenso de los matrimonios se suele citar el problema de la vivienda, cuyos precios se han hecho prohibitivos para unos jóvenes que, aunque tienen un nivel educativo cada vez más elevado, se encuentran con que no tienen trabajo o se han de conformar con un empleo precario, temporal y mal remunerado. El 16% de los jóvenes europeos de 20 a 29 años estaba en paro en 2014, cifra que asciendió al 31% en Italia y al 37% en España, según Eurostat. El 75% de los contratos laborales que firman hoy los jóvenes en Europa son temporales. Para muchos de ellos, “mileurista” ha pasado de ser un adjetivo despectivo a convertirse en una aspiración improbable.

2. Emancipación

La emancipación es cada vez más tardía, sobre todo en países como Italia y España, donde casi un 40% de los jóvenes de 25 a 34 años siguen viviendo con sus padres, cuando en 1990 eran solo un 25%. La familia de origen se vive ahora como un lugar de protección y seguridad, en el que los jóvenes se benefician de una armonía generacional sin precedentes y, además, en régimen de libertad. Emanciparse significa perder calidad de vida pues, de ordinario, supone renunciar al nivel de bienestar y consumo alcanzado por su familia de origen.

3. Sospecha de la institución

En cuanto a los motivos, según otras encuestas, cuando se pregunta a las parejas de hecho por qué no se casan, casi un tercio responde que “no creen en los compromisos escritos” o que “no creen en el matrimonio”, quizá desencantados por el pobre ejemplo recibido. Ciertamente, el matrimonio es visto hoy como una alternativa entre otras formas, igualmente legítimas, para compartir un proyecto de vida. El amor mutuo origina muy diversas formas de convivencia.

4. Miedo al compromiso

Con todo, la gran mayoría de la gente sigue apreciando de veras el matrimonio. Incluso dos de cada tres de los que forman uniones de hecho lo valoran positivamente y entienden su propia convivencia como una etapa previa, provisional, orientada al matrimonio. Si esto es así, entonces, ¿qué motivos tienen para no casarse?

La razón más frecuentemente citada en las encuestas para no casarse es “por comodidad”, motivo que puede aplicarse no sólo a las parejas de hecho sino también a quienes sencillamente retrasan y retrasan su matrimonio. ¿Qué puede significar “comodidad” en este contexto? ¿En qué sentido casarse se ha vuelto hoy algo incómodo o difícil? Por una parte, está el dinero, claro. Casarse es caro, dado el boato que rodea hoy a las bodas en todas las clases sociales. Pero hay más: casarse es asumir un compromiso distinto, específico, concreto, que implica un proyecto a largo plazo para el que mucha gente no sabe si está preparada o si será capaz de vivirlo. No es que la gente no esté segura de los sentimientos que alberga hacia su pareja (sólo el 4% lo reconocen así). Es, má

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