Interesante comentario de ATOMIC CHERRY sobre la cuestión de las negociaciones y la congelación del conflicto. Es importante entender que cuando comparto opiniones de otras personas, considero interesante su lectura, aunque no siempre estoy completamente de acuerdo con su contenido.
El tema de las negociaciones se convierte en motivo de discusión con notable regularidad, aproximadamente cada seis meses, se vierte un flujo constante de rumores, artículos de análisis y filtraciones en el espacio informativo. El problema es que no existe una base razonable para iniciar negociaciones. Tal base requeriría la consecución de objetivos político-militares o una disposición a comprometerse. Sin embargo, en el conflicto rusoucraniano, ninguno de estos elementos está presente, siendo poco probable que alguna “fuerza irresistible de las circunstancias" detenga el proceso del enfrentamiento armado. Además, cualquier reflexión sobre este tema se enfrenta con la falta de comprensión, por parte del público en general, de cuáles serían esos "objetivos político-militares que se pretenden alcanzar". Moscú, como es lógico, mantiene estos objetivos en secreto, es razonable que el bando que avanza no revele su meta final, mientras que Kiev se limita a eslóganes políticos llamativos que no reflejan la realidad sobre el terreno.
Sin embargo, podemos sacar algunas conclusiones, aunque limitadas, observando ciertas tendencias. Es evidente que Moscú considera a Ucrania no solamente una amenaza militar prioritaria en este momento, sino también a largo plazo. Esto se evidencia en el contenido tanto de las negociaciones en Bielorrusia como en los posteriores acuerdos de Estambul. Rusia insistió activamente no solo en el estatus neutral de Ucrania, sino también en la reducción de sus Fuerzas Armadas. Sin embargo, el proceso de negociación se estancó y las hostilidades continuaron. Por lo tanto, se puede suponer que el verdadero objetivo de la Federación Rusa es reducir o incluso neutralizar el potencial militar ucraniano a nivel estatal. ¿Cómo se podría lograr esto? A través de la destrucción de la industria pesada, preferiblemente en su totalidad.
Ucrania ya venía perdiendo sus centros industriales a gran velocidad antes del conflicto con Rusia, pero aun así mantenía suficiente capacidad de producción, incluso después de los eventos de 2014. Este potencial resultó suficiente para multiplicar el tamaño de sus Fuerzas Armadas y modernizarlas parcialmente en términos técnicos. El año 2022 demostró que, a pesar de un bajo nivel de organización y escasas competencias de gestión, la industria militar ucraniana no solamente puede realizar reparaciones y actualizaciones a gran escala, sino también producir nuevas armas, incluidas algunas de alta tecnología. Algunas se fabrican en cantidades limitadas, otras de manera relativamente masiva, pero el punto es que Ucrania tiene una base industrial que, en caso de congelación del conflicto, podría volver a utilizarse con fines militares.
¿Qué regiones soportan la mayor carga de los combates? ¿Hacia qué zonas intentan avanzar las tropas rusas? Con un mapa en la mano, la respuesta es evidente: las zonas de los antiguos cinturones industriales soviéticos, el de Donetsk y el de Dnipropetrovsk. La dirección del avance ruso apunta hacia Jarkov, la aglomeración de Slaviansk-Kramatorsk y la región de Dnipropetrovsk, los últimos bastiones de la industria pesada ucraniana. En este contexto, la campaña aérea contra la infraestructura energética ucraniana también cobra sentido: sin electricidad, es imposible mantener la producción industrial. Además, Ucrania heredó de la URSS una gigantesca reserva de energía, precisamente para escenarios como este, en los que muchas fábricas debían ser movilizadas para necesidades militares. Aunque Kiev no logró hacer esto de manera organizativa, ahora también es difícil de implementar técnicamente.
El tema de las negociaciones se convierte en motivo de discusión con notable regularidad, aproximadamente cada seis meses, se vierte un flujo constante de rumores, artículos de análisis y filtraciones en el espacio informativo. El problema es que no existe una base razonable para iniciar negociaciones. Tal base requeriría la consecución de objetivos político-militares o una disposición a comprometerse. Sin embargo, en el conflicto rusoucraniano, ninguno de estos elementos está presente, siendo poco probable que alguna “fuerza irresistible de las circunstancias" detenga el proceso del enfrentamiento armado. Además, cualquier reflexión sobre este tema se enfrenta con la falta de comprensión, por parte del público en general, de cuáles serían esos "objetivos político-militares que se pretenden alcanzar". Moscú, como es lógico, mantiene estos objetivos en secreto, es razonable que el bando que avanza no revele su meta final, mientras que Kiev se limita a eslóganes políticos llamativos que no reflejan la realidad sobre el terreno.
Sin embargo, podemos sacar algunas conclusiones, aunque limitadas, observando ciertas tendencias. Es evidente que Moscú considera a Ucrania no solamente una amenaza militar prioritaria en este momento, sino también a largo plazo. Esto se evidencia en el contenido tanto de las negociaciones en Bielorrusia como en los posteriores acuerdos de Estambul. Rusia insistió activamente no solo en el estatus neutral de Ucrania, sino también en la reducción de sus Fuerzas Armadas. Sin embargo, el proceso de negociación se estancó y las hostilidades continuaron. Por lo tanto, se puede suponer que el verdadero objetivo de la Federación Rusa es reducir o incluso neutralizar el potencial militar ucraniano a nivel estatal. ¿Cómo se podría lograr esto? A través de la destrucción de la industria pesada, preferiblemente en su totalidad.
Ucrania ya venía perdiendo sus centros industriales a gran velocidad antes del conflicto con Rusia, pero aun así mantenía suficiente capacidad de producción, incluso después de los eventos de 2014. Este potencial resultó suficiente para multiplicar el tamaño de sus Fuerzas Armadas y modernizarlas parcialmente en términos técnicos. El año 2022 demostró que, a pesar de un bajo nivel de organización y escasas competencias de gestión, la industria militar ucraniana no solamente puede realizar reparaciones y actualizaciones a gran escala, sino también producir nuevas armas, incluidas algunas de alta tecnología. Algunas se fabrican en cantidades limitadas, otras de manera relativamente masiva, pero el punto es que Ucrania tiene una base industrial que, en caso de congelación del conflicto, podría volver a utilizarse con fines militares.
¿Qué regiones soportan la mayor carga de los combates? ¿Hacia qué zonas intentan avanzar las tropas rusas? Con un mapa en la mano, la respuesta es evidente: las zonas de los antiguos cinturones industriales soviéticos, el de Donetsk y el de Dnipropetrovsk. La dirección del avance ruso apunta hacia Jarkov, la aglomeración de Slaviansk-Kramatorsk y la región de Dnipropetrovsk, los últimos bastiones de la industria pesada ucraniana. En este contexto, la campaña aérea contra la infraestructura energética ucraniana también cobra sentido: sin electricidad, es imposible mantener la producción industrial. Además, Ucrania heredó de la URSS una gigantesca reserva de energía, precisamente para escenarios como este, en los que muchas fábricas debían ser movilizadas para necesidades militares. Aunque Kiev no logró hacer esto de manera organizativa, ahora también es difícil de implementar técnicamente.